viernes, 29 de abril de 2011

SIRIA...Y PALMIRA


Hacía tiempo que quería ir a Siria. Estos días parece un sueño poder visitarlo; yo tuve la gran fortuna de poder estar allí hace dos años. Es uno de los países más bellos de cuantos mis ojos han contemplado. Me decidí definitivamente a viajar allí, gracias a la exmujer de un diplomático que conocí por trabajo y que había recorrido medio mundo. Me dijo: 'si tienes ocasión, ve a Siria'. Y fui. 

Los recuerdos de pasear sin rumbo de noche a solas por Damasco, vagar por aquellas carreteras desérticas con nuestro apasionado guía, bailando al ritmo de la música de la 'Jurado' siria, comiendo frutos secos, visitando castillos de cruzados en ruinas, la ciudad cristiana de Maloula, en la que aún se reza el padre nuestro en arameo, la columna en la que San Simeón vivió encaramado 37 años, la gris Aleppo con sus mercados, y la imborrable, espectacular, mágica, llena de arte, Palmyra. 



Oh, Palmyra. Pasar un día entero allí, descubriendo la historia de la reina Zenobia, paseando por entre los templos y mercados,  hasta contemplar desde una colina, bebiendo arak, la puesta de sol en esa ciudad color arena en medio de la nada, junto a un oasis de palmeras...los MIG 21 de maniobras que nos sobrevolaban debían tener tremendas vistas. 


Hoy, imaginando lo que estará acontenciendo allí, y que no nos llega por ningún medio, me duelen los recuerdos, me sobran las palabras.